Haciendo algunas compras para esta Navidad terminé en La Revistería de Juramento buscando algo para mi cuñado, y como casi que no podía ser de otra manera, me terminé llevando algo para mi también. Siendo que era la primera vez que iba al local no tenía mucha idea de lo que tenían por lo que le pedí al vendedor que se me acercó que me sugiera algunas cosas y le ofrecí un espectro bastante amplio de intereses. Ante mi mención de que podía ser algo nacional me mostró un tomito de una novela gráfica, «Legión», por Salvador Sanz.
No conocía a la obra, ni al autor, ni a la editorial, por lo que lo primero que hice es hojearlo muy por arriba y la verdad que la edición tenía buena pinta, lindo papel, buena calidad de impresión y el arte se veía bien, así que me lo llevé para mí sin pensarlo más. A mi cuñado le llevé una muy linda edición argentina de Killing Joke por ECC (la cual no tenía ni había leído, por suerte).
La verdad siempre que me cruce con algo nacional que no parezca muy malo de forma muy obvia en la primera mirada, y que el bolsillo me de, me lo voy a comprar. Creo que, dentro de las ganas y posibilidades, hay que apoyar todo lo que salga acá (excepto que se aleje demasiado del gusto y otras razones obvias) y no sólo comprar y leer cosas de afuera.
61 pesos, el precio en este caso, puede parecer algo salado para un comic claramente no muy voluminoso, pero es bastante boludo verlo así siendo que uno gasta no mucho menos (o mucho más) en delivery para una comida que no va a durar mucho, por poner un ejemplo, y las historietas son para guardar y releer cada vez que den ganas (o bien para arrepentirse de haber gastado plata en algo tan choto, pero se entiende la idea). Sumado eso a que Legión tiene buena pinta en una primera mirada, no es para pensarlo tanto.
Recomiendo no leer más allá del siguiente par de párrafos si todavía no se leyó la obra en cuestión, los spoilers van a abundar ya que mi intención es comentar mis impresiones sin restricciones. Mejor adelantar que me gustó y que conviene salir a comprarlo y volver después a mi reseña.
Antes de que nos metamos en la historia, Quique Alcatena nos regala una introducción que promete bastante, mencionando algo de la trayectoria de Salvador Sanz y su preferencia por las historias oscuras y/o de terror, una influencia de Lovecraft en la historia que corresponde al tomo en las manos y el comentario de que «Legión» es una de las mejores historietas nacionales de los últimos tiempos. Más allá de que es claro que no van a poner un texto introductorio que critique a la obra que presenta, Alcatena me entusiasmó bastante y la mención de temas lovecraftianos definitivamente ayudó a eso.
Un Color
Ya en la primera hoja nos encontramos con un adolescente metalero (con un poco de cara de señora algo mayor) escuchando junto a su mamá la noticia de que una joven pintora, llamada Azul Cobalto (seguramente un nombre artístico, porque sino es bastante ridículo) había descubierto y usado en una obra un nuevo color, el Ultramal. A pesar de tener un nombre bastante poco auspicioso, la gente estaba fascinada con este color imposible de definir y reproducir, que además era percibido en forma completamente distinta de una a otra persona, resultando algo como un violeta cálido para uno, un amarillo frío para otro, o un celeste para la mamá del metalero y para el pibe, ya que la televisión tampoco lo puede reproducir bien.
No puedo dejar de mencionar un par de detalles de esta primera hoja, en la que se muestran tirados un cd de Dimmu Borgir y otro de Tristania, y el pibe metalero tiene un buzo/remera de Venom, tres bandas bastante desconocidas para el que no las escuche y que definitivamente no serían la primera elección de un artista que busca poner un par de bandas X para caracterizar a un personaje como metalero o relacionado. Mi hipotesis entonces es que Salvador Sanz escucha o escuchaba black metal y doom y en algún momento fue gótico. Lovecraft + preferencia por historias oscuras refuerzan esta suposición. Nada realmente importante para la historia, pero no pude evitar notarlo y rememorar mi propia adolescencia pretendida oscura y gótica, que fue bastante feliz.
La historia pasa muy rápido a mostrarnos a la pintora Azul en su muestra de arte, en donde vemos que la obra pintada con el nuevo color es una imagen de algo extraño, una mezcla entre algo que podría ser un trono con una suerte de puerta entreabierta. A Azul se le presenta Alicia Parodi, una escultora que le dice estar impresionada y sorprendida porque había modelado un edificio igual al de su pintura y que le parecía que las dos obras eran parte de una obra mayor. Azul no le da mucha bola al ser interrumpida por una amiga, pero la viejita se sonríe macabramente y piensa «Y la obra no está terminada aún…».
De ahí saltamos al metalero, que llega temprano a un ensayo de su banda y entra en un trance musical, tocando sin parar durante casi un día entero sin enterarse, hasta que lo interrumpe un amigo de la banda que lo había ido a buscar ya que claramente nunca se había enterado de que habían cancelado el ensayo y de que su familia estaba preocupada buscándolo, además del hecho de que el cielo se había puesto todo negro por una extraña nube oscura que llegaba al menos hasta Mar del Plata (desde Capital), en donde se había manifestado una cara gigante con la boca abierta como gritando. Muy rápido empieza a llover sangre y todo se tiñe de rojo.
El gobierno le pide a la gente que no salga mientras dure la lluvia y declara el estado de emergencia, cosa que parece bastante lógica ante caras gigantes gritando en nubes y lluvias de sangre. Después de dos días la lluvia finalmente para y esto decide a un nuevo personaje, un encargado de un edificio, a salir finalmente a la calle, pero su ascensor se frena y queda encerrado mientras empieza a escuchar gritos de diferentes vecinos del edificio. Cuando eventualmente logra salir del ascensor y a la calle, se encuentra con gigantescas bolsas llenas de partes humanas, con cabezas, brazos, piernas y torsos separados en diferentes bolsas para cada parte. Le agarra un cagazo muy entendible (y bastante moderado teniendo en cuenta la cantidad de partes desmembradas) y más cuando ve como algo que parece un bote recolector salido de la mente de H.R. Giger, piloteado por dos encapuchados, pasa a llevarse las bolsas.
En la siguiente hoja vemos de nuevo al metalero tratando de volver a su casa, cosa que le es impedida por una barricada de la policía de la Comisaría 18. El pibe entendiblemente quiere pasar e ir a su casa pero los policías le dicen que no se puede, que esta todo cortado, pero no llega a explicarle nada porque se les viene encima una muchedumbre corriendo. Un policía le dispara un escopetazo a una pobre piba en el pecho pero rápido sale el grito de que no disparen, que claramente están todos rajando de algo y no atacando. De algún lado cae algo y explota un patrullero, por lo que el pibe y todos se suman a los corredores, no sin antes mirar atrás y ver que se escapaban de un bicho parecido al de la portada pero distinto, como si alguno de los dos fuera un diseño posterior y Sanz no tuvo tiempo de actualizar al otro. Corren todos desesperados, algunos se suben a árboles (?), y el pibe metalero decide meterse adentro de un tanque de agua. Varios habían tenido la misma idea y se encuentra entonces con el encargado que habíamos visto antes, la pintora Azul y un pibe desconocido.
Una Escultura
Después de un buen rato en el tanque, el grupo sale a la calle motivado por múltiples ganas de ir al baño, mostrando que el cagazo no era tan grande como para que lleguen a un pacto de quedarse todos flotando en un tanque de agua meado. Al salir ven a lo lejos que hay un nuevo edificio enorme pero no se distingue mucho, y bajan a la calle para ver que onda y se encuentran con todo vacío y todas las casas cercanas con las puertas abiertas o rotas, menos una con pinta rara y un extraño símbolo pintado en la puerta. El observador habrá notado que el símbolo era el mismo que tenía en un colgante la escultora creepy del principio, la única que hasta acá había dado una pista de poder saber sobre lo que estaba pasando. El grupo no tiene idea de esto y se manda a investigar el piso de arriba al escuchar un susurro a lo lejos, que resulta ser un loro que repite: «Lacri… Lacrimal… Existe una melodía, nunca debió ser tocada; un color, nunca debió ser visto; una forma, nunca debió ser esculpida. Los tres descubrimientos fueron hechos, ya no hay vuelta atrás: la entrada ha sido abierta. Ellos han oído la música prohibida, ellos aman el arte prohibido. Ahora encontraron las herramientas para construirla. El diseño, la música… falta el último ingrediente: Ultramal. Lo necesitan para terminarla. ¿Quienes son? El ojo de la tormenta, la pesadilla… Legión es su nombre… Legión de las Sombras. Legión de la Muerte. Legión».
Me resultó un poco raro el recurso del loro, Sanz claramente no quería comunicar los versos haciendo que la escultora aparezca y lo diga, pero la elección del loro me parece un poco de película yanki. Está bien que la escultora es bastante excéntrica y seguramente está un poco loca, por lo que el hecho de que tenga un loro no es algo tan extraño en definitiva. Por otro lado, encuentro una leve contradicción en los dichos del loro, el cual menciona primero que los tres descubrimientos ya fueron hechos y no hay vuelta atrás, la entrada fue abierta, pero en la siguiente frase dice tienen el diseño y la música pero les falta el color, el Ultramal para terminar la entrada. Sea como sea parece que la entrada ya está bastante abierta teniendo en cuenta las cosas que cruzaron, pero con lo segundo el loro da un poco de esperanza de que todavía falte abrirla del todo. Yo no confiaría mucho en un loro, pero no hay muchas opciones en este caso, uno del grupo menciona con justeza el hecho de que el loro sabe más de lo que está pasando que todo el grupo junto.
Dado que la pintora del color que no debía ser pintado es parte del grupo, le preguntan a Azul más sobre como hizo para crearlo y ella menciona antiguos libros de alquimia y técnicas e ingredientes naturales usados por los incas y egipcios, por lo que deja entrever que le costó bastante y menciona que no le queda mucho. Si le damos crédito al loro de que tiene la posta, no se entiende mucho que el grupo se quede a dormir en la casa en vez de ir a buscar lo que queda del Ultramal en la casa de Azul, aunque por otro lado es bastante entendible que quieran quedarse en el único lugar que parece estar a salvo de la invasión.
A las 4 y media de la mañana el metalero se despierta escuchando que viene música de afuera, la prohibida que el había creado y tocado, que venía del edificio nuevo que aparentemente crecía cada vez más. Segundos después el loro los despierta al grito de que la Legión ha vuelto y viene a por el grupo, mostrando que no sólo repite cosas sino que tiene un insight propio. El encargado es el único que duda en darle bola al loro, pero el resto ya tiene bien claro quién tiene la posta, por lo que salen rajando y es Leo, el adolescente con granos que era el 4to del tanque (si no me equivoco es la primera vez que escuchamos su nombre y que vemos que hace algo mínimamente significativo) el que se lleva al loro en su jaula, diciendo que es porque no tiene comida y no pueden dejarlo solo, pero es claro que sabe que es el único con pasta para ser el héroe de la historia.
Van para el garage y se suben al Peugeot 206 rojo de la vieja y al abrir el portón se encuentran con dos de los Caballeros Demoníacos de la Legión (no nombrados así por el escritor, pero designados por mi de esta manera para una rápida mención e identificación hasta ver si tienen un nombre), que proceden a pisotear un poco el capot y techo del auto pero son rápidamente arrollados y el grupo logra escaparse de esos dos. El problema es que la calle está llena de Caballeros Demoníacos que los empiezan a perseguir y les sacan una puerta y les rompen el parabrisas trasero para después agarrar al recientemente reconocido Leo y cortarle la cabeza al medio de un espadazo, marcando la primera muerte del grupo. Ya sé que no lo dije antes (y podría haberlo editado posteriormente), pero se veía venir que Leo iba a ser el primero en morirse. Momentos después parecen haber perdido de vista a los Caballeros pero Azul pierde el control del auto y caen al río de sangre. Salen todos ilesos y se suben al cuerpo que flota de un elefante muerto (?) (que está al lado de una tortuga, por lo que suponemos que son los animales del zoológico de la Ciudad que están muertos y flotando), mientras la corriente los arrastra hacia dentro del edificio nuevo, al cual ahora pueden ver de cerca y notan con horror que está hecho de partes de cuerpo humanas, todos los muertos desmembrados de la ciudad. Todo el tema no los entusiasma demasiado siendo que estaban entrando invariablemente por el canal que los llevaba, pero no pueden hacer mucho ya que el elefante muerto no venía con remos, extrañamente.
No tienen tiempo de conjeturar demasiado ya que a Azul se la lleva desde el techo un bicho reptante aparentemente hecho a partir de partes humanas, con torso y cabeza con pinchos, dos patas enormes, cuatro brazos y dos culos. Otro bicho igual empieza a perseguir al encargado y el metalero, que tocan tierra y salen rajando después de pegarle un par de tiros con las armas que consiguieron en algún lado (me lo perdí, creo que de la casa de la escultora), pero no se dan cuenta de que hay más peligro adelante y un Caballero Demoníaco a pie los empala a los dos con la misma lanza a la altura del hombro, tras lo cual proceden a desmayarse y a dar el pie para el siguiente-ultimo capítulo.
Una Melodía
El metalero se despierta en lo que le parece el último piso del edificio de Galerías Pacífico, que se ve que fue incorporado al edificio nuevo, en donde aparentemente está asistiendo a una suerte de coronación, la de Azul, a quien le sacaron los brazos y se los ponen, atados, a la altura de los hombros, rodeándole la cabeza. Está llorando, por lo que notan que sus lagrimas eran el Ultramal, y todo lo de los libros alquímicos era un verso, pero no suena algo muy importante en el contexto, mientras los bichos de la Legión (con diseños interesantes de Sanz, con influencias como los Cenobitas de Hellraiser cruzados con mas Giger, Conan y alguno más) siguen con la coronación y nos encontramos con la escultora Alicia ya convertida y modificada como bicho de la Legión que saluda al metalero y lo nombra Príncipe Bermellón, agradeciéndole los acordes de su música prohibida.
El encargado es quién reconoce a la escultora pero ésta lo ningunea por no haber participado de las obras originales y está a punto de matarlo hasta que le menciona que escribe poesía, cosa que parece gustarle y le dice que lo va a dejar vivir. Acto seguido le corta la garganta y lo mata, ignorando las súplicas del nuevo Príncipe.
Legión termina con el metalero cara a cara con el Caballero Demoníaco de la portada, el cual sin decir nada le entrega solemnemente su guitarra de la Legión, para que continúe con su arte destructivo, trascendiendo las fronteras de la cordura (adaptando algunas de las palabras finales de Sanz).
Legión me gustó. Salvador Sanz cuenta una historia con claras influencias, como el espíritu Lovecraftiano de la amenaza monstruosa incognoscible y el hecho de que a fin de cuentas el ser humano no tenga ni media chance de enfrentarse a una oscuridad así, o los elementos de H.R. Giger en algunos diseños, y hasta cosas de Clive Barker con algunos humanos elegidos convirtiéndose, modificados y adaptados monstruosamente, en bichos de la Legión, pero todo lo toma para desplegar su visión y mostrarnos una Buenos Aires que no tiene ninguna chance ante la invasión de un mal supremo, que despacha a los humanos en breves momentos y los usa para su arte de la muerte y destrucción.
Legión no tiene un final feliz pero es claro que no podía tenerlo, la historia no tendría ningún sentido y no hay nada que haya sido más lejano a la idea de Sanz, seguramente. Lo menciono porque a mi en general me gustan los finales felices, pero no como un requisito, puedo tranquilamente disfrutar una historia que termina como el orto para la humanidad o los personajes de la misma, si a lo largo del viaje lo disfruté, y ese es el caso acá.
No hay dudas de que el hecho de que esté localizada en Buenos Aires y muestre varios lugares de Capital a mí me suma y me cae simpático, ya que no son muchas las historietas que leo que la tienen como su escenario principal y por eso aprecio que aparezcan al pasar El Abasto, el Planetario, policías de la Comisaria 18 de Av. San Juan y Entre Ríos, etc.
No hay demasiada caracterización de los personajes, pero esto no es realmente una crítica ya que me es claro que no era en lo que se quería centrar Sanz, y que los personajes no son más que elementos a través de los cuales ver como se desenvuelve la invasión y la destrucción de la humanidad, y no realmente los protagonistas en sí.
Algunos de los diálogos suenan un poco acartonados y no tanto como lo que diría una persona real, pero es sólo en algún pasaje y no es así la mayoría del tiempo. No tengo mucha más crítica que ésta, tal vez alguna que otra cara un poco dudosa dentro de un arte muy bueno y detallado de Sanz.
Ah, y que el loro muere cuando cae el auto al río de sangre, al hundirse su jaula en el mismo sin que nadie se mande a salvarlo, matando mis ilusiones de que sea el héroe de la historia.
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