Terminada la etapa de Mike Baron, el nuevo equipo creativo empieza en Flash en el medio de la saga de Vandal Savage y Velocity-9, y la terminan en los siguientes 3 números, aunque Savage no vuelve a aparecer físicamente.
El porqué de esto se entiende varios años después en el número 50, por lo que William Messner-Loebs parece haber agarrado a Flash con varias ideas desde el vamos, aunque puede que en el momento haya hecho lo que le haya salido para terminar una historia que no era suya y haya aprovechado ese detalle después.
A Loebs lo acompaña Greg Larocque, quién se va a quedar toda su etapa y hasta un par de años más después de terminada, más allá de algún que otro número con un artista invitado. El arte de Larocque tiene cosas que no me convencen, mas que nada en sus inicios en donde dibuja unas figuras y caras medio raras a veces, pero también tiene momentos muy buenos y crece mucho como artista mientras pasan los años.
Loebs empieza en una nota no muy feliz en sus primeras páginas, con una adicta a Velocity-9 saliendo a correr para suicidarse en una autopista al saber que con la desaparición de Savage no iba a haber más droga, sumándole a esto un Flash sin poderes y quebrado, sin un mango. Pero igual se las arregla bastante rápido para meter algo de humor ya en el siguiente número, en una secuencia bastante divertida en la que Wally muestra nuevamente ser bastante pajero con las mujeres con una enfermera, para luego decidir dejar a Tina, y después lamentarse de haberla perdido cuando ella aparece y lo deja primero.
Más allá de este momento entretenido que muestra la inmadurez emocional de Wally a sus 21 años, Loebs continua al principio con la caracterización de Baron de un Wally que no termina de caer del todo bien por algunas actitudes no demasiado heroicas.
Por suerte se ve que se arrepiente de esto y lo va cambiando bastante rápido, porque sorprende ver a un Wally que considera o amaga con no salvar a una bebé porque el padre es un millonario que lo viene intentando echar de la mansión desde la época de Baron y que después lo acosa como dueño del edificio adonde Wally se muda con su mamá al perder su plata. Lo mismo al verlo negociando el precio por salvar a su hija, y no sorprende para bien. No lo redime mucho tampoco que después de salvarla no acepte la plata, ya se había puesto a negociar el precio y torturado bastante al tipo, que no se lo merecía a pesar de ser un garca.
Puede que algo de esto sea también parte de terminar y cerrar la saga y la etapa de Flash de Mike Baron, porque ya a partir del siguiente número, en donde no esta atado por esto, entrega una historia con otro tono. Muestra a un Flash más divertido y relacionable cuando decide aceptar la invitación a una fiesta de la vieja Rogues Gallery de Barry Allen porque su nueva novia modelo Connie le pide que la lleve a algún lugar divertido.
Este termina siendo uno de los números más recordados de la etapa, más que nada por el diálogo en la última página entre Captain Cold y Wally, en donde Snart le dice que el mayor logro de Barry Allen fue hacerlos siempre pelear contra él y concentrarse en bajarlo y en robos menores, evitando así que desarrollen su potencial y sean como dioses en la Tierra, lo cual Loebs recuerda luego como uno de sus intentos de hacerse el Alan Moore.
Más allá de que quede ahí y de que el número tenga otros momentos un poco tontos o más para chicos que lo que en general son los comics modernos, también tiene secuencias divertidas como Connie aprovechándose del poder de transmutar elementos de Dr. Alchemy para terminar con una pulsera de platino, o el mismo final.
El número también tiene la aparición de un gran número de villanos pero vistos desde una perspectiva diferente, más tranquilos entre amigos y comiendo para festejar la reinserción exitosa de Captain Cold en la sociedad, y más allá de que un par se calientan un poco cuando aparece Wally (el Trickster lo había invitado en joda pensando que nunca iba a aparecer), no se ponen a pelear al reconocer que su verdadero enemigo era Barry Allen y no el traje de Flash en sí.
Resulta interesante el punto de vista de Loebs al tomar a la que siempre fue para muchos la 2da mejor galería de villanos después de la de Batman y darles un giro distinto además de mostrarlos en otro contexto, y esta bueno que aparezcan al pasar tantos personajes: Captain Cold. Cap. Boomerang, Weather Wizard, Trickster, Gentleman Ghost, el Prof. T.O. Morrow y Rainbow Rider.
Loebs menciona después haberse apurado para hacer aparecer a los Rogues para «cantarlos» de acuerdo a los códigos de DC del momento y que no se los usen para otros héroes, aunque es raro que a su vez lo haga en un número en el que básicamente establece que ninguno de ellos es enemigo de Wally.
Esta bien que a su vez no dejan de ser villanos y él Flash, por lo que no habría que buscar mucha excusa para que se enfrenten, pero lo cierto es que el único con el que pelea de los que aparecen es Dr. Alchemy, aunque supongo que Cap Cold y Golden Glider también cuentan por más que peleen contra el no como villanos en la etapa de Wally-Hombre Puercoespín. Sí usa más adelante a Kadabra, uno de los Rogues más poderosos, pero también uno de los más desquiciados, seguramente el motivo por el cual no lo habían invitado a la fiesta.
Loebs arranca bien el proceso de dejar su sello en un Flash distinto al anterior, aunque sigue a un número entretenido con una elección rara, que es la de hacer un número extra deprimente en donde Flash queda en la calle junto con su mama, literalmente sin un dólar encima. Por que no se va a dormir con su mama a lo de Chunk directamente, o llama a alguno de sus amigos de los Titans, o a casi cualquiera de sus amigos o conocidos que lo bancarían en un momento así, es algo que Loebs no termina de justificar en forma satisfactoria.
Más allá de que Loebs aprovecha el MEGACROSSOVER Invasión para hacer que todo esté propiciado por una avanzada alien Durlana que quería testear a un metahumano llevado a condiciones extremas, resultan demasiado forzadas las circunstancias que lo llevan a terminar en la calle y tirándose al piso para comer un pretzel mojado que le deja un vendedor que lo bardea.
Reconoce esto en entrevistas posteriores y la verdad es que es difícil de creer que alguien como Flash termine en una situación tan desesperada sin nadie que lo pueda bancar. Lo hace porque nadie hablaba demasiado de los pobres y quería explorar un poco que haría y como se sentiría un héroe llevado a la desesperación, pero el experimento no funciona del todo y la lección social es muy superficial y obvia.
Algo funcionó porque es uno de los números que más recuerdo que me impresionaron de chico, pero leyéndolo hoy veo más a un Loebs acomodándose en la serie y probando cosas con el personaje mientras todavía definía bien hacia donde quería ir. En ésta sintonía se puede ubicar también la primera aparición del Pied Piper como un villano reformado con consciencia social y que dedica su tiempo a ayudar a los pobres.
Dentro de la misma categoría entran también los siguientes números, aunque en este caso también está el tema de forzosamente tener que adecuarse y contar una historia crossover con el evento del momento, Invasión. Así es como se da la un poco bizarra historia de Flash aliado a Fidel Castro en contra de los aliens Durlanos cambiaformas que lo habían suplantado en el gobierno, recibiendo también la ayuda de Manhunter – Mark Shaw.
Siendo que estos números los leí por primera vez seguramente alrededor de los 8 años, no debe sorprender que ese haya sido mi primer contacto con la figura de Fidel Castro, a través de lo que contaba un escritor yanki un poco zurdo según su admisión, que pone a Castro como aliado de Flash vs aliens cambiaformas, teniendo después una fiesta oficial del Gobierno en su honor por su ayuda, y un poco de onda entre Fidel y la mamá de Flash. Eso sí, cada vez que un soldado cubano se refiere a Fidel lo hace como «El Comandente». Este tipo de cosas son las que hacen que los comics valgan la pena.
No todo es tan divertido, y Wally pierde a su viejo que se sacrifica para darles un golpe definitivo a los Durlanos y para intentar redimirse de su papel como Manhunter, lo cual es obviamente algo significativo para Wally pero que a su vez no termina teniendo mucha resonancia más allá de alguna reacción inicial (y de que se comporte como un boludo con el pobre Manhunter que se lo cuenta y recibe varios golpes gratuitos).
Una de las cosas en las que se centra Loebs en su etapa desde el principio es en expandir el reparto de personajes cercanos a Wally y definir su relación con cada uno. Tina McGee lo deja como pareja pero Loebs la mantiene como amiga y porque quería seguir teniendo una conexión científica para Wally, mientras que suma también a su ahora mucho más cuerdo ex-marido Jerry McGee y a Mason Trollbridge, un laburante veterano y nuevo vecino del edificio donde vive con su mamá.
Estos tres tienen un papel principal en la siguiente saga de la etapa, la bastante recordada del «Hombre Puercoespín», Tina justamente desde el lado de la científica que diseña un experimento para aumentar los poderes de Wally o al menos estabilizarlos, ya que tanto Wally como los lectores estaban bastante embolados que se activen y desactiven todo el tiempo.
El recurso del superhéroe que pierde sus poderes es más que bastante viejo ya de por sí y como uno siempre sabe que van a volver en general resulta bastante inofensivo, pero que se vayan y vuelvan una y otra vez durante casi un año ya empieza a irritar un poco. Un comic de Flash en el que la mitad del tiempo no es Flash porque se mueve como una persona normal no es justamente lo que busca el que compra el comic, por lo que está bueno que Loebs lo enfrente directamente.
Wally recibe una lluvia de químicos que busca emular los que se le cayeron encima en su «accidente» y luego una descarga eléctrica (bastante menor a un rayo, eso sí), tras lo cual se pone su traje a supervelocidad y parece que tiene de vuelta sus poderes y todo va bien. Pero después empieza a correr y Loebs termina el número con una de las mejores secuencias de la etapa, con un Wally que corre tan rápido que genera un tornado y deja a su paso marcas de fuego y destrucción.
Antes de esto lo balancea con momentos más íntimos entre los personajes, como una secuencia en la que Wally le cuenta a Tina como es que funciona el equipo para hacer trajes de Flash que le dejo Barry y como es que se achica y agranda para guardarlo y sacarlo de su anillo, y es otro punto alto de Loebs en uno de sus mejores números.
El resto de la saga del Hombre Puercoespín ya no funciona tanto para mí, tiene otros puntos altos en particular en la caracterización de los 3 personajes secundarios que se ven involucrados desde el principio y deciden ir a buscarlo a través del camino de destrucción que deja, con momentos divertidos en la convivencia monótona de tantas horas de viaje encerrados en una camioneta, pero falla en la mayoría de lo relacionado a la parte titular.
Loebs recuerda esta saga como su intento de hacer su versión de una historia grim n’ gritty al estilo Frank Miller para Flash, pero se gasta sus mejores ideas al principio. Resulta creíble que Wally se encuentre bastante confundido después de algo traumático y destructivo que nunca le había pasado y que esté frágil psicológicamente y tenga una crisis de algún tipo también, pero Loebs lo lleva un poco más allá para que haya más conflicto y tarden más en encontrarlo.
Ya no me convence cuando hace que alucine y vea deformadas a todas las personas hasta poder reconocer a Chunk que es el único que lo puede ayudar a reconectarse con su esencia en algún plano astral o de algún otro tipo y devolver a la conciencia del Wally que conocemos a su cuerpo.
No me convence mucho tampoco que su paso por un bosque en el que destruyó y astilló los árboles lo haya dejado con pinchos para ser así el Hombre Puercoespín, que aterroriza un pueblo estilo fronterizo latino que tarda 3 segundos en convertirlo en su Chupacabras porque se morfa su ganado crudo.
Todas las escenas relacionadas a esto me resultan bastante olvidables, desde el Sheriff del pueblo, más el desequilibrado que flashea que el espíritu de Flash se metió en él y repite Zoom Zoom y el conveniente plot de los 3 chicos que terminan encerrados en una mina abandonada y derrumbándose para que Flash concrete su regreso a la normalidad salvándolos.
Ya para este punto se había perdido el muy buen comienzo y no lo salva el buen enfrentamiento entre Captain Cold y Golden Glider y un Wally que recién había recuperado la conciencia pero seguía con los pinchos.
Me sorprende un poco también que no haya usado este momento para meterse después aunque sea de a poco a explorar hasta donde se habían incrementado sus poderes, es claro que no es adonde quería llevar la serie Loebs, pero siendo que desde el nro 1 que Wally recalcaba que era mucho más lento que Barry y su velocidad máxima exacta, es raro que después de hacer que deje un rastro de fuego y atraviese tres estados en tres segundos no vuelva sobre eso. Al menos Wally por suerte no vuelve a perder sus poderes en lo que resta de la etapa.
Un número de relleno con escritor y artista invitados (Len Strazewski y Grant Miehm) ofrecen un interludio, aunque uno bastante pobre. Wally ya es miembro de la JLE y aprovecha su tiempo libre para visitar Paris, pero como es medio tonto termina en Lisboa, en donde pregunta un lugar copado para ir y le recomiendan Casablanca, que queda en Marruecos, por lo que se ve que el portugués de la embajada no tenía un gran concepto de su propio país.
Team-Up con la siempre recatada Phantom Lady, Merlyn y Syonide de villanos y un plot extra-boludo de un científico que buscaba recetas famosas locales para arruinarlas.
El siguiente número es otro de los más recordados de la etapa, #30 – Dancing in the Dark (Shot… in the Dark en la portada), en donde Wally está tranquilo en el cine con su novia Connie, a quién espera calentar mirando una película que arranca bastante hot pero se ve interrumpido bastante rápido por una bala en la nuca, justo después de notar que la película y todo el mundo en el cine se había frenado, como quietos en el tiempo.
La bala es lo que justamente lo hace darse cuenta de que no era que se había frenado el tiempo sino que el roce de la misma contra su nuca había subconscientemente activado su velocidad, la cual tiene que mantener sin frenarse hasta poder encontrar todas las balas y al que haya disparado.
Este es el tipo de comic que solamente se puede dar en Flash (o en el de algún otro velocista, pero convengamos que Flash siempre fue el mejor del tipo) y está bueno que Loebs haya buscado maneras de explorar de formas distintas sus poderes sin necesidad de aumentárselos, disminuírselos o manipularlos de alguna otra manera.
El número es significativo también por otra cosa que pasa, no tanto por lo de Mary West usando el teletransportador y el principio de su subplot de espía aficionada y romance con un inspector de Interpol (que termina siendo significativo igual, pero también es de lo más olvidable de la etapa) sino más bien por la decisión que toma Wally de mudarse a Keystone City.
Loebs había agregado al reparto a Joan Garrick, viuda del 1er Flash, durante todo el tema del Hombre Puercoespín, y a través de esta lo convence primero que nada por motivos financieros siendo que es una ciudad bastante más barata que NY. Mason se suma como roomate para abaratar más costos, Tina y Jerry McGee justo habían conseguido laburo al lado en Central City, lo mismo hace Linda Park, Chunk se puede teletransportar y para visitar a todos los demás está su supervelocidad.
Nunca me había convencido del todo la elección de Baron de que se instale en Nueva York, y me gusta que Loebs lo haya mudado y acercado más a la tradición de Flash. No por ser tradicionalista, pero siempre me gustaron la mayoría de las ciudades ficcionales de DC y esa diferencia con Marvel y era algo desaprovechado al meterlo en una ciudad real como NY y a su vez no usarlo mucho como elemento en las historias, haciendo que la ciudad de fondo pueda ser intercambiable con cualquier otra urbe grande yanki.
Lo diferencia de Barry al instalarlo en Keystone, ciudad del 1er Flash, pero a su vez tiene a Central City al lado para hacerla parte del escenario cada vez que quiere (son las «Twin Cities»), y desde que llega se siente mucho más apropiado para el personaje, aunque el villano principal que lo recibe sea el no tan ilustre «La Tortuga».
Junto con la llegada a Keystone se agrega al reparto semi-regular el Pied Piper, ya definitivamente reformado, primero enfrentándose con Wally contra un villano one-off (extra one off ya que se muere al final) que mataba homeless, el «Comforter» y después estando mezclado en todo el tema de la Tortuga desde que llegan a la ciudad para encontrar que sus minions estaban apretando a la familia Rathaway.
La Tortuga no es el primer villano que normalmente vendría a la mente para usar como una de esas amenazas que se van anunciando ominosamente desde un par de números antes que finalmente aparecen, a pesar de que sea un villano con tradición de pelear contra Flash. Con esto y al nombrar a los principales minions Sloe, Steddy y Mr. Sprynt, los cuales son todos alusiones a la velocidad, Loebs se juega bastante de la buena fe acumulada para este punto, pero la saga tiene algunos buenos momentos.
El Turtle Man original viene de 1945 y la Golden Age, y no sorprende mucho que esa haya sido la época en la que un escritor pensó que el recurso clásico de contraponer a un héroe con su opuesto era la mejor elección para «El Hombre más rápido del mundo», ni tampoco lo hace que solamente haya aparecido otra vez brevemente contra Barry en la Silver Age.
Loebs le da su sello al personaje y un giro, haciendo que en realidad sean dos Tortugas (una es creación propia), pero ninguno de los dos personajes se sostiene mucho como villano una vez que Wally sale de su trampa.
La trampa en sí es bastante interesante, con un Wally desorientado por ver solamente blanco todo alrededor y no tener ningun punto de referencia para calcular distancia, espacio, etc. Lo otro que funciona también es cuando el grupo de conocidos y amigos más cercanos de Wally se junta para buscarlo después de una semana desaparecido, y hasta Connie se viste como «superheroína» para aportar lo suyo.
La Tortuga está feliz de que espía a todos y que nadie sabe lo que está haciendo, cagándose de la risa de lo confundidos que están los amigos de Wally, hasta que se le dan vuelta las cosas en una secuencia entretenida y al final no lo pueden salvar ni sus asistentas vestidas con trajes de tortuga.
Antes de que termine la Turtlemania, Loebs mete otro número un poco más experimental con el #33 – «Joker’s Holiday», en donde primero parece que el Joker se manda una visita a la ciudad de Flash pero bastante rápido queda claro que en realidad todo provenía de la madre, que estaba sufriendo de un cuadro de depresión post-parto agudo y estaba alucinando al Joker. Para el final ya piensa que todos son el Joker o trabajan para él e intenta matar a su bebé, siendo frenada por un Flash bastante turbado por enfrentarse a algo bastante distinto a lo que está más acostumbrado.
Loebs estaba intentando visibilizar más el problema de la depresión post-parto pero reconoce que es bastante difícil balancear el hablar de los casos raros en los que pueda darse un episodio psicótico vs alimentar sesgos anti mujer, por lo que no está tan seguro de cuan exitoso para bien puede haber sido. Esa es justamente una de las cosas que me gustan del escritor, que deja ver en cualquier entrevista su humildad y que no idealiza su trabajo, sino que de hecho es bastante crítico del mismo.
Después de la Tortuga Loebs muestra a Wally con un poder aumentado 3 o 4 veces pero en vez de meterse en eso es tiempo de que Wally a su vez se meta en un culto estilo Cientología.
Si suena un poco mucho es porque lo es como para que funcione, uno puede entender a un Flash que a los 21 años tarde 3 segundos en buscar otra mujer después de que lo dejen pero no tanto a uno que tarda mas o menos lo mismo en meterse en una secta y hacer propaganda y spots de TV para conseguir más acólitos.
Wally es joven y más manipulable emocionalmente que otros héroes, pero siendo que es superhéroe desde que tiene 8 años se tendría que haber visto venir la parte de «líderes de secta que son en realidad estafadores profesionales».
A favor de Loebs y lo que mencioné antes de que es crítico de su trabajo, recuerda no haber quedado muy contento con el resultado de esta saga. Menciona que en el momento se estaba hablando mucho de cultos y se ve que quiso explorarlo con Wally, pero no se convence del todo por la idea de que mostraría bastante fragilidad emocional debajo de un tipo que muestra tanta confianza en sí mismo como Wally y que explorarlo bien no era posible en un superhéroe mainstream.
Puede que haya sido así en esa época, pero sin embargo no tuvo problemas como para meterse hasta donde lo hizo en la saga, por lo que suena más a justificaciones posteriores de Loebs que otra cosa.
Linda tiene algunos buenos momentos como la voz escéptica que no se cree nada desde el principio, pero su posterior giro como receptáculo del espíritu del antiguo bardo irlandés Seamus O’Relkig y la revelación de que el Papá de Wally estaba vivo y seguía siendo medio garca como siempre no son tampoco de los momentos más altos de la etapa. Al menos usa con bastante más onda al ninja con pinta de asiático inofensivo del Wizened Sage que lo que lo hizo Baron en el Anual 1.
La etapa levanta con el regreso del Dr. Alchemy por dos números consecutivos, aunque no siguen el ritmo usual del mismo plot siendo alargado a dos números sino que cada entrega es bastante autoconclusiva.
Parece como si Loebs pensó hacer un follow up al primer enfrentamiento con Alchemy unos meses después pero por otro motivo puso los dos números juntos. Más allá de eso resultan entretenidos, Alchemy siempre me pareció un buen villano y su piedra filosofal que transforma elementos hace que pueda ser una amenaza bastante real para Flash y Loebs lo usa bien.
Después de esto Loebs por suerte elige terminar con el «misterio» de Seamus O’Relkig que no lo era tal, al punto que ya la primera vez que lo leí con 10 años adiviné que el antiguo bardo irlandés no era otro que el Kilg%re. En defensa de Loebs, esconder un nombre con un sonido tan característico como Kilg%re es bastante difícil con un anagrama.
Kilg%re amenaza un poco con volver a ser el villano de turno pero no pasa mucho hasta que se revela bastante reformado, contento con jugar con Wally un poco antes de fundirse con la tecnología del planeta y contentarse con observarnos en forma semi-consciente. Hasta le deja un regalo no especificado para ayudarlo «en su momento de mayor necesidad», lo cual seguramente no va a pasar pronto.
El nro 44 tiene a Wally contándole a su psicólogo medio forro sobre su semana, que incluye adictos a Velocidad-9, un obeso con el cuello cortado que no podía llevar al hospital por lo que lleva el hospital a él y la noticia de que de vuelta debe cientos de miles de dólares por su carrerita destructiva por varios estados, algo que tiene bastante sentido siendo que todos saben quien es Flash y a quién demandar legalmente.
Me gusta la idea de un superhéroe yendo al psicólogo aunque tanto Baron como Loebs elijan hacer que el tipo sea bastante garca y no parezca muy bueno en lo que hace, pero igual lo que salva al número es la secuencia completamente delirante del gato que interrumpe la charla de Flash y su terapeuta para comentarles que tiene hambre. Esta bien que tiene sentido ya en el siguiente número cuando vemos la vuelta de Grodd y su ejército de animales con inteligencia aumentada, pero en el momento parece algo completamente random y resulta más simpático así.
Loebs vuelve a levantar con la llegada de Grodd y entrega la saga a mayor escala de su etapa hasta el momento, desde el villano y la amenaza y un par de nuevos invitados especiales como Vixen y Rex, The Wonder Dog (esta bien, tampoco estamos hablando de algo al nivel de Crisis).
Grodd es un buen villano y Loebs lo aprovecha bien para unos números entretenidos con varios animales que piensan como humanos y aportan humor y en donde Flash también empieza a conocerse más con la policía de Keystone.
Con el nro 48 y ya apuntando a uno de esos números que normalmente son o tienen que ser significativos o un punto de inflexión en los comics de DC o Marvel, Loebs ahora sí levanta la escala un poco más con el regreso de Vandal Savage, que rapta a la mamá de Wally y a sus seres queridos, incluyendo al perro que tenía desde hace medio número por si acaso.
Savage aparece viejo y demacrado y revela que se está muriendo desde haber sido inyectado con Velocity 9, perdiendo de a poco su inmortalidad y envejeciendo cada vez más, por lo que se obsesiona con matar a Flash antes de morir, y para eso diseña una trampa bastante old school pero que logra hacer lo que normalmente no logran los villanos, que es dispararle al superhéroe en el pecho y matarlo.
Digo matarlo porque técnicamente está muerto por unos segundos hasta que se le activa el regalo del Kilg%re y éste lo cura con nanotecnología que le había dejado implantada. Loebs se hace el boludo al recordar estos números y dice que no tenía idea al principio de como iba a volver a Wally a la vida hasta que estaba escribiendo el segundo número de la saga, pero teniendo en cuenta que lo del Kilg%re es un par de meses antes y es un regalo bastante específico viéndolo en retrospectiva, no le creo mucho.
El nro 50 incluye entonces la resolución con todo de la historia y una vez que Wally vuelve a la vida y se calza su nuevo traje más brillante no le cuesta mucho vencer a esta versión de Savage con la ayuda de la nueva encarnación del Immortal Man en una adolescente (Immortal Teenage Girl?), sumado al hecho de que no le cuesta mucho convencer de que se pase del lado de los buenos a Ivana Christina Borodin Molotova, Cris para los amigos, o Lady Savage y después Lady Flash.
En este punto termina la colección Perfil publicada y distribuida en kioskos por acá, por lo que me costó mucho tiempo poder encontrar y leer los números siguientes y restantes de la etapa de Loebs, empezando con la resolución del cliffhanger final del #50 en donde Wally aparentemente volvía a ser rico.
Puede que esté un poco influído por la nostalgia, o en este caso la falta de la misma, pero me parece que la serie decae pasado este punto, más allá de algún que otro buen momento.
Uno de los hechos significativos que queda es la recordada revelación del Pied Piper a Wally de que es gay. Loebs logra integrarlo a una conversación en forma bastante natural y la reacción de Wally es de sorpresa aunque se haga el que claro que lo sabía.
Hoy en día por suerte sería sólo un personaje más de una lista que se va agrandando y no sería mucha noticia, pero en el momento como se imaginarán lamentablemente fue un tema con el que Loebs tuvo que tener varios miramientos. Todavía falta, pero sin dudas que es mejor que antes el panorama.
Las cosas se dieron de una forma diferente a como me lo había imaginado ya que el Piper fue una elección posterior a la decisión de incluir un personaje gay, Loebs quería incluir alguién con esa orientación sexual y se decide por el Piper, aunque no es una mala elección y logra que no se sienta forzado.
Para cuando toma la decisión no le queda tiempo de incluir alguien nuevo, hacerlo parte del elenco y establecerlo como personaje a lo largo de varios meses, por lo que tiene que elegir uno de los existentes y la verdad que no tenía muchas más opciones dentro del reparto regular.
Podría haber hecho que por ejemplo sea el Abogado de Wally pero no es un personaje suficientemente significativo para lo que buscaba (ya de por si no es buena señal para la importancia de un personaje el que cada dos números le cambien el nombre, que varía entre Hughes y Hayes en cada aparición). Podría haber hecho que sea Chunk, el cual hasta acá estaba caracterizado como bastante asexuado, pero ahí le hubieran volado críticas por hacer que el personaje gay de Flash sea el único personaje negro y obeso del reparto (y hubieran tenido bastante razón en criticarlo). Mason es muy viejo y no pega mucho con su caracterización hasta el momento, Jerry McGee había vuelto hacía poco con Tina y tampoco pegaba mucho ya de por sí, y ya no quedan muchos más.
Uno de los dos hombres del trío de los Kapitalist Kouriers (los ex- Red Trinity) tal vez no hubiera sido mala elección tampoco, pero aparecen bastante poco en la etapa y seguramente Loebs prefiere al Piper también porque pensaba seguir haciéndolo parte del elenco más regular de Flash y no que solamente sea la novedad del momento para una historia que después no se menciona de vuelta.
Está claro que es una decisión con agenda, lo cual podría atentar contra que se sienta como algo natural (es de hecho la primer crítica que en general aparece cuando se elige tomar un personaje ya establecido y cambiarle la orientación sexual para sumar diversidad en un terreno de comics mainstream principalmente blanco, heterosexual y masculino), pero Loebs lo maneja bien y lo hace parte del Pîper de forma bastante madura y logra naturalizarlo, ya desde como se da la revelación y porque en ningún momento después le adjudica ningún estereotipo despectivo o lo hace tema central de alguna historia en forma medio dudosa (Piper tiene sida! Piper se muestra afeminado! Piper se le tira a los hombres heterosexuales que se ponen incomodos!, etc).
Recibe críticas en su momento, no podría haber sido de otra manera lamentablemente y más en 1991, pero en su mayor parte el cambio genera más aceptación que otra cosa. Hubiera sido más jugado que haga que Flash sea en realidad gay, pero está clarísimo que ahí no lo hubieran dejado ni en pedo. Esta bien que los editores hayan aceptado algo más progresivo, pero tampoco la joda. No hubiera pegado mucho igual con la caracterización de Wally desde Mike Baron, pero no hay dudas de que un Flash gay hubiera sido bastante más jugado.
Al número del Piper le sigue el mejor número de esta porción restante, que a su vez Loebs recuerda como su favorito de toda la etapa, el #54 – «Nobody Dies». Arranca en forma extra olvidable con unos terroristas con tecnología avanzada intentando tomar un avión, pero se pone automáticamente interesante el tema cuando una azafata sale volando por un agujero que le hicieron al avión y Wally tarda medio segundo en decidirse a tirarse para salvarla.
Flash no vuela y la supervelocidad normalmente no sirve de mucho cuando uno no tiene piso para correr y está cayendo desde miles de metros de altura, tomando inercia de la que te aplasta al llegar al suelo, por lo que Loebs lo pone en una situación interesante a Wally y de vuelta busca examinar sus poderes de una manera distinta como en el número del cine. Wally logra ir frenando su caída de a poco con su velocidad y estaba claro que no se iban a estrolar contra el piso, pero es interesante verlo tener que pensar cómo salir de una situación diferente.
El resto de lo que queda ya me resulta bastante olvidable, empezando desde el plot de Wally volviendo a ser rico porque Icicle, ex-supervillano, ahora fallecido, le deja la mayor parte de su fortuna en su testamento porque odiaba a su familia y los Flashes habían sido los héroes que lo enfrentaron con más respeto (es originalmente villano de Alan Scott – Green Lantern y de hecho nunca se enfrenta con Wally).
Loebs intenta una suerte de historia de tipo «murder mystery» cuando Wally va a la lectura del testamento y conoce a la familia Icicle, pero todo es bastante aburrido y predecible, incluyendo a los miembros de la familia que se visten de Icicle para matar al resto y quedarse con la herencia.
Los Kapitalist Kouriers finalmente reciben un plot dedicado mayormente a ellos después de 50 números desde que aparecen por primera vez, pero es uno (sorpresa) olvidable en el que se enfrentan a Proletariat, otrora héroe comunista de la URSS que se convierte en villano al no poder aggionarse y aceptar que la Unión Soviética ya no existe. Goodbye Lenin! es más entretenido.
Wally apretado por la IRS (la agencia de control y recaudación de impuestos yanki, para el que no sepa) para que pague la considerable cantidad de impuestos que debe es una buena idea, este es otro de los puntos en contra de tener un alter ego de público conocimiento (y normalmente no es de las razones principales que se mencionan cuando se hacen los argumentos clásicos a favor de tener una identidad secreta, pero tal vez debería serlo), pero la historia en la que Loebs se mete en esto es medio rara.
La IRS lo recluta como agente de recolección de impuestos ya que no puede pagar los que debe y lo manda a reclamárselos a un tipo que resulta ser una suerte de Demonio-Gárgola que controla a otros que se llaman Pyranis, Dr. Pain y Pgrunt. Ya de por si unos demonios no pegan mucho con Flash, pero a esto se le suma un tono medio de humor resaltado en el final, en el cual el Demonio principal se cansa de luchar contra Flash y decide pagar los impuestos para que lo deje de joder y listo.
Hay algún intento de comentario tal vez por Loebs, que por ahí elige a Demonios por el final, y que la IRS es peor que unos demonios que terminan accediendo a pagar para que no los jodan más, junto con un Wally despreocupado de la destrucción que causa porque estaba actuando como agente del gobierno y estos pueden hacer lo que quieran, pero se pierde entre el tono de humor que no termina de encajar del todo.
No queda mucho más, o al menos no de nada en lo que me quiera meter demasiado. Hay un crossover con otro MEGAEVENTO más, War of the Gods en este caso, en donde Wally es más un extra en la pelea entre Hermes y Mercurio que otra cosa (aunque Chunk tenga un buen momento comiéndose a un Dios, pero no dura mucho atrapado adentro).
Mason tiene un plot en donde aparece un hijo perdido que se había convertido en un mercenario que se hacía llamar «Last Resort» (Suffocation. No breathing. Don’t give a fuck… Ehhh, perdón, me fui). Connie empieza a tirarle indirectas a Chunk que queda claro adonde van a llevar muy rápido, pero antes de eso decide llamarle la atención a Wally volviendo a vestirse de superheroína para poder combatir el crimen y volver a acercarse a él.
El 2do traje es bastante menos logrado que el primero, y lo único que logra es darse cuenta de que todo el tema no tenía mucho sentido y que en realidad tenía sentimientos por Chunk.
Bien por Loebs haciendo que Connie, la modelo, no sea superficial y se quede con Chunk, pero todo el tema tiene un feeling más «se está acabando el espacio que tengo en la serie y quiero dejar a los personajes de cierta manera» que otra cosa. Lo mismo pasa con el Casamiento de Mary West con el tano de Interpol, que es más para cerrar la etapa con algo «significativo» que otra cosa, ya que más allá de algunas apariciones y partes de números dedicados a eso, ni la mamá ni su pareja tienen mucho desarrollo en la serie.
Wally tiene un buen momento con Linda antes de despedirnos, aunque Loebs no es muy sutil en la construcción (tampoco le quedaba espacio ya) con Wally quejandose de que todos estaban con alguien y él estaba solo para que después Linda aparezca y quede claro que hacia ahí es donde tenía que apuntar.
No se dan un beso ahí, seguramente Loebs no quería terminar su etapa comprometiendo tanto al escritor que venga para que los haga una pareja o lo ignore y quede medio desprolijo, o tenga que dedicarle espacio en sus nuevas historias a explicar porque no pasó nada con Linda después de ese beso. Loebs muestra una vez más tener bastante clase, aunque es cierto que a cualquier escritor que venga después no le iba a costar mucho tampoco ignorarlo o explicarlo al pasar como una calentura más de Wally.
Como todos los que siguieron a Flash en su siguiente etapa saben, Mark Waid no hizo nada de esto y de hecho convirtió a Linda definitivamente en «La» relación de Wally y su gran amor al nivel de Barry-Iris, Clark-Lois o Batman-Robin.
Me falta mencionar algunas historias sueltas, Loebs escribe dos de los tres Anuales que caen en su etapa y también la porción que corresponde a Wally del especial del 50 Aniversario de Flash que cubre todas las generaciones existentes hasta el momento y presenta un nuevo Flash del futuro.
No pasa mucho con ninguno de los dos anuales, el primero (#2, de 1988) tiene al Papá de Wally apareciendo para que éste le de una mano en su nuevo laburo de Investigador Privado, quedándose una noche a vigilar que ladrones de ladrillos no se roben los de una fábrica vieja, inspirándose Loebs en casos reales de ladrones desesperados.
Puede que tenga un trasfondo triste y real, pero Flash vs ladrones de ladrillos no parece una gran receta para una historia emocionante y Loebs tiene que hacer que la acción de robar tantos ladrillos haga que se venga abajo la fábrica para meter un poco de amenaza. El papá sigue en modo medio garca y lo contrasta con el heroísmo de Wally, pero no es una dinámica que entregue demasiado, por algo en general lo ignoran bastante al viejo y Loebs no es la excepción más allá de usarlo muy esporádicamente en su etapa.
El siguiente Anual (#3, de 1989) es un poco más interesante pero más por lo que hace Wally, que es averiguar bien que había pasado con Jay Garrick para que lo sepa Joan, que se creía su viuda desde hacía años pero no sabía más que que había desaparecido, que porque entretenga como está contada la historia en sí.
Era bastante injusto que la esposa del 1er Flash no sepa que le había pasado a su marido cuando habían varios superhéroes que sabían los detalles, por lo que Loebs le suma puntos al Wally ya encaminado para ser un héroe que cae mejor.
Chunk aparece en las historias backup de ambos anuales y funciona mejor la segunda, en donde Wally está temporalmente hecho un boludo y juntos van a la Embajada principal de la JLI en NY para hacer que Chunk se una pero sólo esta Guy Gardner y pasan desventuras de un humor bastante tonto, pero que sin embargo me hizo reír un par de veces, por lo cual termina siendo lo mejor de ambos especiales.
John Fox, este nuevo Flash del futuro del especial de aniversario es creación de Mark Waid, que se encarga de la historia que sirve como hilo conductor, y también escribe el Anual de Flash de 1991 correspondiente a Armageddon 2001 (que explora otro posible futuro de Wally), por lo que no sorprende mucho después cuando Waid termina siendo el siguiente escritor de Flash tras la partida de Loebs, quien igual es el que entrega el mejor momento de este especial.
No digo que Waid haya hecho lobby con mala leche tampoco, en todo lo que escuché siempre de él tiene reputación de ser buen tipo. Loebs menciona en su columna de despedida que él elige dejar Flash cuando le aparece la chance de escribir Wonder Woman, cosa que quería hacer desde que Perez la había relanzado post-Crisis y revitalizado, y que aunque sentía que tenía más historias para contar con Wally, no iba a alejarse demasiado de las que ya había contado, por lo que era mejor abandonarlo ahí.
Puede que haya sido un caso de un escritor que sentía que no tenía mucho más para darle al personaje y ya había entregado lo mejor, y le deja entonces la posta al siguiente. Pero las participaciones de Waid antes de que termine la etapa y como arranca con todo con Flash Year One – Born to Run, me dan a pensar que por ahí no fue tanto que Loebs quiso abandonar Flash para irse a Wonder Woman sino más bien que no le quedó otra y al menos tuvo premio consuelo por los buenos servicios prestados. No diciéndole mala leche a Waid ni al editor tampoco, sino más bien «este pibe viene con todo y queremos usar estas historias que tiene para Flash». Sea como sea que se haya dado, viéndolo con el beneficio de la retrospectiva es difícil no estar de acuerdo con la decisión.
La etapa de Loebs es muy bien recordada por varios y yo me incluyo por los motivos que fui mencionando a lo largo de varios párrafos (demasiados como siempre, seguramente diría alguien), pero decae bastante hacia el final. Esta bueno leer comentarios y lecturas posteriores de Loebs sobre su trabajo acá, en donde es bastante humilde y crítico de las cosas que le parece que no funcionan tanto como hubiera querido, o que había tenido una idea que le parecía buena pero al plasmarla no lo convenció tanto, como cuando hace que Wally sea pobre por un día o cuando hace que se una a un culto.
Guste o no el detalle de continuar la tradición de héroes con una visión puramente capitalista y que deciden vender sus servicios, siguiendo con Kapitalist Kourier y Golden Snowball Recoveries (el de Cold y Glider), no se le puede achacar tanto a Loebs que sigue más que nada una tradición bien 90s, en donde empezaron a aparecer con más frecuencia este tipo de enfoques (junto con más villanos empresariales y cosas del estilo).
Por otro lado, sí se lo acusa directamente por su tendencia reformadora de villanos, cosa que Loebs defiende. Es bastante innegable, por un lado gana muchos adeptos al continuar rápido con la tradición de que aparezcan villanos de la galería de Rogues de Flash, pero ya desde el principio lo hace de forma bastante amistosa y en una fiesta para celebrar justamente el pasaje oficial de Captain Cold al lado correcto de la sociedad. Aparecen como villanos Kadabra, Dr. Alchemy, Grodd (que no es estrictamente un Rogue, si) y en esa fiesta la mayoría no parecía haberse reformado para nada, pero es cierto que son bastantes los casos en los que pasa a reformarlos.
Loebs dice querer reformar por completo solamente a uno de los Rogues, que termina siendo Piper, quien va a pasar a ser parte del elenco regular por mucho tiempo (y una elección que siempre me pareció bien llevada y que permitió cosas como un momento muy bueno en un capítulo de la serie de Flash de CW cuando Piper pasa de ser villano a aliado en un cambio temporal).

Del grupo que va a rescatar a Wally, 6 ex-villanos, 3 héroes por encargo haciéndolo ad-honorem, un Mercenario también ad-honorem, y 1 Superhéroe
Pero se le suman Captain Cold y Glider, el Kilg%re, el Turtle-Man deformado que era el que tenía el talento científico, con Dr. Alchemy siempre termina ganando el gemelo bueno, Christina de Blue Trinity – Lady Savage pasa a ser Lady Flash, por los que los ejemplos son varios para los que lo acusan de reformar villanos promiscuamente porque es un «buen» tipo que no entiende la maldad.
Loebs contesta que la gente siempre le va a parecer reformable y que nunca hay que pasar un juicio final porque nadie es Dios y tiene la última palabra sobre lo que puede hacer una persona. A lo cual seguramente le contestarían que ese es el argumento de un buen tipo que no entiende la verdadera maldad, pero es un punto de vista bastante más optimista y que pega mejor para Flash y el tono que transmite el personaje.
Puntos Altos – Highlights
La decisión de madurar a Wally y alejarlo de a poco de la caracterización de Baron enfrentándolo a distintas situaciones y a través de las relaciones con el resto del reparto. Loebs no elimina ningún personaje que estaba alrededor de Wally y lo amplía, dandole diferentes puntos de vista.
El número de la fiesta de los Rogues. El número del cine y el que se tira del avión para salvar a la azafata. El primer número de la saga del Hombre Puercoespín. Cuando el grupo de amigos de Flash le da vuelta las cosas a la Tortuga. Flash, Vixen y Rex, The Wonder Dog vs Grodd. Cuando un gato le cuenta a Wally que tiene hambre. El enfrentamiento «final» con Savage y su muerte y resurrección con nuevo traje (aunque a mi tampoco me convenzan los ojos). Piper coming out aunque Wally haya reaccionado inicialmente en forma atolondrada y no natural, haciéndose el que obvio que sabía y estaba todo bien.
Loebs se mantiene 4 años con el personaje porque desde el principio se acomoda, cambia el tono que tenía Baron y empieza a llevar al personaje hacia varios lugares, aunque no todo lo que intenta funcione.
La etapa siguiente de Mark Waid va a ser recordada como la primer gran etapa de Wally, y está bien, Terminal Velocity me parece por ejemplo una de las mejores historias de Flash en todas sus versiones, aunque tarda unos números en acomodarse (Born to Run no resistió tan bien el paso del tiempo).
Pero la etapa de Loebs debería recibir más atención también y merece una leída por cualquiera que le interese el personaje de Flash, que siempre va a ser uno de los mejores superhéroes.
Greg Larocque es otro de los puntos altos en más de un momento, acomodándose en su estilo con el pasar de los números y asociándose tanto a Wally que va a seguir un año más también con Waid y dejar su sello en las primeras dos sagas importantes de esa etapa.
Los artistas invitados que hacen su aporte son menos de los que uno pensaría en tantos años, otra prueba de lo confiable y regular que era Larocque.
Jim Mooney (#19) es el primero, le siguen Gordon Purcell (#23), Grant Miehm (#29, junto con escritor invitado también), Rod Whigham (#60 y #61), Mike Collins (Anual #2), John Koch y Donald Edward Simpson (Anual #3, historia principal y backup, respectivamente).
Ninguno desentona ni tampoco entrega un trabajo memorable, todos cumplen en su mayor parte. Mooney, Purcell y Whigham reciben los mejores números para poder lucirse y el que mejor lo aprovecha es el primero en las escenas de la fiesta de los Rogues, aunque Purcell tiene un par de buenos momentos con Kadabra y sus poderes.
John Koch es el que entrega la imagen más… rara de lo hecho por el grupo:
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BONUS – DC Retroactive – The Flash The 80s
En el 2011, Messner-Loebs y Larocque tienen la chance de volver brevemente para un encore que ya nadie esperaba, pero que vale la pena volver para escuchar. DC Retroactive es una de esas movidas de DC que claramente nacen con un fin comercial pero que a su vez son bienvenidas y una buena idea.
Los superhéroes más grandes de DC y la JLA reciben 3 números de flashback a distintas décadas y equipos creativos y en el caso de Flash esto le permite al duo de Loebs y Larocque hacer un más que meritorio y entretenido Bonus a su etapa de varios años.
Loebs declara al irse del personaje que ya no le quedaban muchas más historias con Wally pero se ve que el paso del tiempo ayuda, porque entrega una historia que estaría sin dudas entre las mejores de la etapa de haber salido ahí.
Sigue con su tradición de enfrentar a Wally con problemas de la vida real diferentes al clásico héroe vs villano y nos presenta a Alexis Cooper, una pelirroja con pinta de simpática que está obsesionada con Wally y está convencida de ser su novia desde una vez que la salvó.
Wally no la conoce obviamente y Flash por más que tenga una identidad pública tampoco es tan fácil de visitar en su casa, por lo que decide probar cosas distintas. Primero se ofrece como rehén para el Captain Cold, el cual le explica pacientemente que si es la novia de Flash no le sirve mucho como rehén ya que normalmente el villano busca evitar sumar motivos para que aparezca el héroe y que además por su código no se aprovechaba de gente delirante (habiendo cazado rápido que Wally no debía tener idea de quien era la piba).
Se gana que lo rapten y que le roben su arma de frío, además de darle los datos y la idea a Alice de que para llamarle la atención a Flash mejor que ser rehén de un villano era ser un villano directamente, por lo que pasa a robarle sus armas a varios Rogues y a ir adaptando sus personas de supervillano para ella, primero con Cold, después Heatwave, Mirror Master y Dr. Alchemy, que se ve que es el que más le gusta y se diseña un traje simpático como Alchema, Chemistry Majorette!.
No llega a lastimar a nadie igual más allá del caos que causa y al final al menos liga un beso de Wally, a pesar de que sea para distraerla y que Alchemy pueda recuperar sus poderes.
Al terminar el número inclusive se vislumbra un rápido futuro de reforma, ya que no se la lleva la policía sino una agencia de Australia que estaba buscando reclutar un superhéroe para una ciudad en crecimiento. Ya parecía estar un poco mejor del tema obsesión con Wally y haber bajado 4 Rogues le suma para el curriculum, por lo que todos terminan contentos.
Como podrá verse por el resumen más detallado, Loebs se manda un buen número en el que logra recapturar mucho de su etapa como si 20 años no hubieran pasado. Enfrenta a Flash con un problema real como es el delirio de obsesión con un famoso, aparecen varios Rogues como villanos pero no tan villanos, hay un tono más ligero en la historia, algo de humor y el nuevo villano se reforma para el final.
Se le perdona el que la caracterización de Cold y Glider no haya sido la que les había dejado para cuando se fue porque hace aparecer un poco a Mirror Master y a Trickster, dos Rogues a los que no les encontró el espacio la primera vez y fueron muy reclamados.
Larocque hace un muy buen trabajo en el número, beneficiándose del seguramente haber tenido más tiempo de completarlo que dentro de las demandas de una serie regular mensual y de además haber tenido un par de décadas más para seguir creciendo como artista.
Vale la pena comprarlo como una introducción a la etapa para ver si interesa leerla, o bien como un bonus después de terminar de leerla, funciona de las dos maneras.
Rating: la nostalgia suma.