Después de que Robin Wood cierre satisfactoriamente la historia de su personaje Or-Grund, por algún motivo (por ahí por popularidad del personaje, no sé) Editorial Columba decide que Armando Fernández continúe escribiendo las historias del bárbaro. No se si Columba se lo pide a Fernández, o si este tenía varias ideas y el es el que lo pide, pero de cualquier manera el resultado no es muy bueno, y esta etapa está muy lejos de lo que fue la de Wood.
En el último número de Wood, cuando Atlantis es destruida por una bomba que también evapora los mares, destruye las montañas y hunde los continentes, renace después un paraíso con Or-Grund y Anhala como padres de una nueva humanidad. Teniendo en cuenta que este final no tiene mucho sentido si la serie iba a continuar, Fernández hace que Or-Grund y Anhala estén viviendo juntos en una villa en una tierra poblada por básicamente las mismas personas que vivían antes en el mundo, con el mismo nivel cultural, todo menos Atlantis y los atlanteanos.
La bomba nuclear que destruyó Atlantis y los ejércitos de los Primordiales explotó, si, pero la destrucción se limitó a eso, sin incluir los mares, montañas, continentes, seres vivos, etc. Si bien esto se aleja del cierre que le da Wood, es entendible por el hecho de que Fernández no podía hacer mucho con una serie de un bárbaro y su mujer solos en un nuevo mundo, criando bebés y no haciendo mucho más. En su versión Anhala está esperando un bebé de OrG, pero el foco está en el bárbaro y los quilombos en los que se mete.
Fernández en general resucita los mismos vehículos de historias que usaba Wood, modificándolos levemente a veces, como cuando hace que Or-Grund viaje hacia el sur de vuelta a sus tierras natales en el hielo, llamado por una visión de Volkan, el brujo de su aldea, que le llega a Anhala, que le dice que tiene que ir hacia allá con cuidado.
En la historia original de Wood, OrG iba hacia el sur llamado por la visión de Anhala y Atlantis que tiene mientras está con Volkan y en el medio se encontraba con distintas amenazas. Cosas como esta se repiten hasta el hartazgo, como los múltiples inicios de historias con OrG salvando a alguien y después enfrentando al sacerdote malvado y a su criatura de turno y al final salvando a todos, otro modelo popular para Fernández.
Fernández no es muy innovador tampoco en las amenazas que le presenta a OrG, aunque los dibujos y diseños de un Villagrán cada vez con menos ganas en sus dibujos no lo ayudan mucho, pero el dibujante no tiene la culpa de villanos con nombres como Dagon (robado de Lovecraft), Sauron (de Tolkien), Shaitan (que vendría a ser Satán, el diablo, en el Islam, pero en este caso es el nombre de un mago que nunca usa magia), etc. Usar un nombre como Dagon una vez puede tomarse como un homenaje a Lovecraft, por ejemplo, pero ya cuando lo hace todo el tiempo es distinto. Teniendo en cuenta que inventar nombres no es difícil (inventar nombres buenos ya es otra cosa, pero es preferible
intentar), Fernández muestra no ser muy imaginativo, o no importarle demasiado. En lo que si innova junto con Villagrán es en mostrar algunos villanos con bastante pinta y poderes de supervillanos de un comic de superhéroes, algo que no pasa en la etapa de Wood (exceptuando uno de los primordiales que tiraba una suerte de rayos).
Hay varios momentos en las historias en las que Fernández directamente hace cosas sin sentido, como cuando un villano que podía materializar monstruos usando un cristal en vez de tener listo un pequeño ejército para que mate a OrG recién empieza a crear uno cuando OrG aparece. El bárbaro rompe el cristal y listo.
En otra historia, un ser venido de las estrellas que estaba matando unos aldeanos y tomando sus formas intenta engañar a OrG haciéndose pasar por el líder de la aldea, sin contar con el hecho de que tener dos piernas enormes de lagarto que no tapaba iban a alertar al bárbaro por más lento que este sea.
OrG también se enfrenta con los primeros vampiros, llamados upiros en este caso (un nombre que de ninguna manera suena similar a vampiro), que al escaparse de un OrG que los estaba masacrando, obviamente corren todos a meterse adentro de su cueva, que en la entrada tenía una piedra enorme del tamaño justo, que obviamente el bárbaro corre para encerrar a todos.
Hubiera sido interesante que Fernández se la juegue un poco en algún momento y arme una historia de más de un número en donde OrG parezca al menos un rato seriamente en peligro, cosa que se ve muy poco en toda la serie, incluyendo la etapa Wood (que al menos lo hizo un par de veces). Uno ya sabe que OrG siempre va a ganar al final, esa es una premisa ya aceptada del personaje, pero Fernández en ningún momento hace un intento de generar algo de horror, o aunque sea un momento dramático. En la mayor parte de las historias unitarias de esta etapa, OrG siempre termina ganando demasiado rápido para que resulte interesante.
Por un lado es verdad que el espacio es bastante reducido, al ser estos números de mas o menos la mitad del tamaño de un comic individual norteamericano, pero Wood tenía las mismas limitaciones de espacio y manejaba el mismo mucho mejor que lo que lo hace Fernández, que muchas veces ocupa casi todo el espacio en presentar la amenaza, el ambiente y todo lo demás, dejando casi nada para la resolución en si. Si OrG por Wood ya de por si era un comic mas light, más claramente orientado a adolescentes que otras obras suyas, las historias de Fernández solamente me imagino que pueden parecerle interesantes a alguien de menos de 14 años.
Un momento de la serie que parece muy forzado es cuando la Esencia (algo así como Dios en el Universo OrG) se enoja con OrG porque este no logra proteger a una niña sagrada y lo castiga haciendo que Anhala, su esposa, se vaya a recluir junto con su hijo al Templo de la Esencia hasta que el bárbaro vaya cumpliendo cosas que hagan que la Esencia lo perdone. De esta manera Fernández obliga al bárbaro a separarse de su familia y volver a los caminos a tener aventuras.
Esto es forzado porque Fernández se ve obligado a inventar una excusa para justificar que OrG ande por ahí matando bichos malvados en vez de quedarse y cuidar a su esposa e hijo infante, y se nota bastante que todo el tema de la Esencia enojada es simplemente Fernández creando una excusa más para que le sirva de trasfondo de varias historias de “La Esencia pide que hagas esto…”, “La Esencia manda que para que te perdone tenes que…”, etc.
Volviendo al tema de los “homenajes” de Fernández, en el nro 83 el plot trata de un culto que estaba haciendo un ritual para despertar a un horror cósmico, “El-que-descansa-en-las-tinieblas”, también conocido como “El-de-los-guiones-en-todos-lados” o “Un-robo-más-a-Lovecraft”, que, oh casualidad es un monstruo primigenio que aguarda que lo levanten mientras sueña.
Al que no le resulte conocido el tema es porque no leyó H.P.L., porque sino va a reconocer que el que espera soñando en su prisión de R’lyeh es Cthulhu, no una copia de dos pesos como las que aparecen después en el mismo número. No es que me molesten los homenajes, de hecho en general me encanta encontrar referencias a Lovecraft o los Mitos, pero no como lo hace Fernández.
Otro “homenaje” más a Lovecraft se da en el nro siguiente, “El Signo de Kadath”. “Dream Quest of Unknown Kadath” o “La búsqueda onírica de la desconocida Kadath” es una de las historias que mas me gusta de todas las obras de los Mitos de Cthulhu, cosa que no tiene nada que ver con esta historia, pero quería mencionarlo, es muy recomendable (el cuento de Lovecraft, no esta historia de Fernández, queda claro).
No me gustan mucho las reseñas que son mayormente un resumen de todo lo que pasa, pero para este número voy a hacer una excepción y voy a incluir mi resumen para ilustrar mejor un punto.
Anhala se le aparece a OrG en una visión y le dice que la Esencia le ordena que marche a su encuentro en la ciudad de Zenga (nada que ver con Walter Zenga, arquero de la selección italiana en Italia 90’) así que OrG se manda para allá. El líder de Zenga y su consejero, un rubio ciego agarran a Anhala porque el rubio sabe todo de ella y de OrG y que habían matado a un antiguo. El rubio hipnotiza a Anhala. OrG se entera por un soldado del secuestro y se manda a ver al líder.
No los mata al encontrar al dúo porque encuentra a Anhala hipnotizada y lo amenazan con que si los mata no la va a poder sacar del trance. Lo mandan a que los acompañe a buscar el signo de Kadath, que abre la morada de los Grandes Antiguos. Estos no quieren despertar a los antiguos para armar quilombo sino que quieren robar los tesoros de Kadath con la protección que les da el signo. Necesitan a OrG para matar al guardián del signo. El guardián resulta ser una araña gigante, aunque bastante más chica y menos impresionante que Ella-Laraña, por nombrar una araña gigante que me viene a la mente.
El signo de Kadath resulta ser una estatuilla de unas serpientes entrelazadas, como habían en el caduceo de Hermes y el de Asclepio (en serio? No podía Villagrán o Fernández diseñar un signo nuevo, que no exista? Hasta una K gigante hubiera sido mejor), la cual lleva ante el grupo. El rubio le ordena a Anhala que mate a OrG, algo que tiene muchísimo sentido, si yo tengo un poder que me permite hipnotizar gente y que haga lo que quiera, y quiero matar a un bárbaro gigante que de paso es invencible, obviamente voy a ordenarle a su esposa hipnotizada de unos 60 kilos como mucho que lo mate con un cuchillo más chico que su mano. OrG mata al rubio y Anhala despierta, pero el Rey Orcomec ya había escapado con el Signo de Kadath. Fin.
Más allá de todo lo que vengo diciendo (que no es poco), mi principal problema con el Or-Grund de Fernández-Villagrán, es que realmente parece hecho sin ganas. Por el lado de Fernández, sin ganas de esforzarse por contar una buena historia o al menos una historia mala pero original (al menos asumo que no se estaba esforzando, porque si lo estaba haciendo es levemente peor), sin ganas de ni siquiera inventar nombres muchas veces.
Los dibujos de Villagrán van bajando el nivel desde el principio de la etapa de Fernández, y sigue en progresión hacia abajo desde ahí. Teniendo en cuenta el nivel de un artista como Villagrán esto es bastante notorio, porque ya para ese momento había hecho cosas mucho mejores no solo en otros comics como Nippur, sino también en la misma serie con Wood. En Or-Grund básicamente hay un monstruo o animal gigante por número, y el que ninguno esté demasiado bien dibujado tira más abajo a una serie que ya venía bastante abajo. No es que el trabajo de Villagrán en la serie sea malo realmente, pero su baja de nivel es notoria. El hecho de que varios números diga solamente Villagrán en los créditos puede indicar que varios números fueron dibujados o entintados al menos en parte por alguno de sus hermanos, probablemente Enrique, pero Enrique es también un gran artista, por lo que no le voy a echar la culpa que seguramente no tiene.
85- Llegan a la majestuosa y olvidada Kadath, morada de los Grandes Antiguos, también conocida como “La Ciudad que parecen Velas derritiéndose con una lejana forma de castillo”.
Este nro 85, “El Despertar de la Bestia” es un gran ejemplo para mostrar una diferencia que empieza siendo más sutil y bastante rápido termina siendo una diferencia notoria y bastante grande. El Or-Grund de Wood era un bárbaro básicamente invencible, que mata a un gran número de criaturas de diferentes tipos y tamaños, sumado a muchos soldados, ladrones y demases, pero hay muchos momentos en los que la amenaza es demasiado grande y OrG está bastante cerca de perder o de morir y lo termina salvando alguien más o que justo ahí use el cerebro un poco para armar un plan, como le pasa con un gigante de varios metros, un dragón-tiranosaurio, o con los Primordiales y su ejército. El Or-Grund de Fernández es un bárbaro invencible, que mata todo lo que se cruza sin demasiados problemas, casi siempre directamente él sin ayuda, que hasta llega a destruir una ciudad-castillo rompiendo una columna.
Como en cualquier comic con un héroe, uno sabe que OrG siempre va a terminar ganando, pero como aprendieron los escritores de Superman bastante rápido, si el héroe la tiene demasiado fácil siempre, todo se pone muy aburrido, por lo cual hay que crear algunas amenazas que hagan que esté temporalmente en la lona, o que esté a punto de perder, o algo por el estilo, y eso Wood lo tenía bien claro, mientras que Fernández claramente no tanto. Si, esta bien, al OrG de Fernández lo atrapan cada tanto y termina en diferentes tipos de celdas, pero le creo menos que a mi vieja cuando me decía que un policía me iba a venir a buscar y meter preso si no terminaba mi comida.
El resumen del número 87, “Arnak, El Maligno”, es otro que me veo obligado a incluir porque Fernández roza el terreno de lo bizarro. OrG escucha la leyenda de la morada-prisión de Arnak, el temido servidor del demonio Set, encerrado en un círculo mágico por los diez sacerdotes sabios de Samas. El circulo esta protegido por un sello mágico hecho de oro puro. La chica que cuenta la historia les dice que el día anterior se la había contado a unos tipos con mala pinta que seguramente se mandaron a sacar el sello y liberar al brujo y sus servidores, por lo que todos se mandan para allá. Llegan adonde esta el brujo, enfrente de una estatua del demonio Set, que parece una mezcla entre un oso panda y una foca, o algo por el estilo .
La foca Set ya venia mal, pero lo bizarro del numero es el sello mágico de oro, que no es otra cosa que una estrella! De oro! Mágica!. OrG mata a los ladrones pero no antes de que saquen el sello, que libera al brujo albino y libera a sus zombies servidores. Pelean, matan a los zombies, pero lo peor es como matan al brujo, clavándole una punta de la estrella de oro en la espalda, que claramente es doloroso pero que normalmente no mataría nadie, pero esta si porque es la estrella mágica! . Por algún motivo el número termina pareciendo una suerte de cruza entre Sailor Moon y Or-Grund, o algo por el estilo.
En el número 91 Fernández por algún motivo firma el número con uno de sus seudónimos, Gonzalo Bravo, aunque no queda demasiado claro el porqué, ya que el número es malo y aburrido pero no más que básicamente todos los anteriores que si están firmados por el nombre real del autor.
92- Le muestran en una pantalla a Shaitán, su oponente, que básicamente es Black Panther con orejas más cortas, una remera marrón sin mangas arriba del traje o pelo, y un collar de oro grandote al estilo pimp.
Fernández escribió 45 historias de Or-Grund y la única que puedo decir que me gustó es la última, cuando ya me había hecho la idea de que esto no iba a pasar. No me gustó porque era justamente el último número y eso significaba que finalmente podía dejar de leer, que es lo que cualquiera que venga leyendo esta reseña se puede imaginar, sino porque Fernández, contra todo pronóstico, escribe un buen final para el personaje. Puede ser que parezca un poco mejor contrastado con todo el número de historias mediocres, regulares o directamente malas que vienen antes, pero como sea, sigue siendo un buen final.
En el final de su etapa, Fernández decide explorar los orígenes de OrG, cosa en la que Wood no se había centrado. En muchos casos los retcon (continuidad retroactiva) no funcionan muy bien, o son ridículos, como retconnear a Parallax como un parásito amarillo que se metió adentro de Hal Jordan en Green Lantern Rebirth, por ejemplo, pero hay otros casos en los que funciona para contar buenas historias y para añadirle capas y desarrollo a un personaje.
Fernández explora el origen de Or-Grund, que había crecido cuidado por los aldeanos de su villa, que le habían dicho que sus padres habían muerto. Hace un intento de dejar su marca en el personaje (ya le había dado un hijo, pero más allá de eso no mucho más) y termina dándole un lindo cierre a la historia, enlazando los orígenes de OrG con una raza benévola venida de las estrellas que viajaba en una nave colonia gigante en busca de un nuevo planeta y se accidentó y tuvo que aterrizar forzosamente en los hielos del sur en la Tierra. La mayor parte de esa raza formó Atlantis, aplicando ahí lo que les quedaba de su tecnología avanzada. OrG se reencuentra con sus padres al encontrar la nave original, ya que sus padres eran los únicos dos sobrevivientes que quedaban, que se habían quedado a reparar la nave poco a poco, al ser ellos básicamente inmortales. Al final reparan la nave y la familia entera reunida parte hacia las estrellas.
No es un final que vaya a dejar a nadie con la boca abierta, emocionado, pero es un final que está bien narrado, bien escrito por Fernández, y hacer que OrG sea descendiente de una raza venida de las estrellas conectada con Atlantis tiene sentido teniendo en cuenta que era un bárbaro invencible con fuerza y destreza casi sobrehumanos, casado con una sacerdotisa de Atlantis. Esto me cierra mejor que hacer que Or-Grund y Anhala sean los nuevos Adán y Eva y que la serie del bárbaro invencible termine básicamente con una cita del Genesis y un “Amén” (más o menos lo que pasa en el final de Wood).
Igualmente, el buen final que Fernández le da a la serie no logra borrar los interminables números tediosos y repetitivos que vienen antes. Escribir esta reseña me llevó mucho más tiempo que casi todas las que llevo escritas por el simple hecho de que me costaba bastante encontrar las ganas para ponerme a leer y releer estos números para poder escribir las sinopsis y esta reseña.
Las historias no son en su mayor parte malas, pero si son regulares, y hay varias que si son directamente malas, sin vueltas. No recomiendo leer esta etapa a nadie excepto a alguien con una mentalidad completista, que no quiera saltearse las historias del personaje después de terminada la etapa de Robin Wood, pero hasta a alguien con esa intención probablemente le vaya a costar leer esta etapa hasta el final.
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