Local #3, “Theories and Defenses”, salió publicada por Oni Press en el 2006. Escribe Brian Wood, con arte de Ryan Kelly.
Theories and Defenses resulta ser el nombre de una banda exitosa que se separa después de quince años de carrera, y los cuatro integrantes vuelven a su ciudad natal, Richmond, Virginia, después de años de vivir en Londres.
El número esta contado principalmente desde la perspectiva de Frank Locke, cantante y guitarrista de la banda, que está siendo entrevistado por teléfono para una revista, pero cada miembro de la banda tiene su momento, alguno más corto que otro. Megan aparece en un momento muy breve también, y este es el primer número que no se centra en ella para nada.
Como dije en la reseña anterior, este número, el 3, es el que hizo que Local realmente me llame la atención, y sigue siendo el número que más me gusta de la serie. Es un número tranquilo, reflexivo, llevado por las palabras de Locke (Wood mirará Lost? Leerá filosofía?), que justamente reflexiona sobre el pasado con la banda, por qué hicieron las cosas que hicieron y qué traerá el futuro, entre varias cosas.
El número logra muy bien lo que Kelly menciona al final en su posdata, la historia no es sobre como es estar en una banda, sino en la vida después de que la banda termina, quedando cuatro individuos muy distintos, solos, recreando su vida como pueden.
Por un lado esta Locke, que parece estar feliz con lo que pasó, tranquilo, piensa ponerse a disfrutar de hacer música solo por hacerla, sin preocuparse en producir y ganar plata.
Después está Bridget Hardy, bajista y cantante, que está viviendo temporalmente con su mamá e intenta revivir una relación con un pibe con el que había salido varias veces a lo largo de los años, pero que le dice que lo de ellos nunca va a poder ser porque él nunca tuvo lugar en su vida por la banda y por alguien de la banda, probablemente Locke.
El tercero en aparecer es Kevin George, el baterista, que está paseándose por todas las disquerías de la ciudad para vender sets enteros de primeras ediciones de los lp’s de la banda. En esta escena es en donde aparece Megan, que lo reconoce y le pide un autógrafo. El baterista le firma un autógrafo en un disco (dejándole su teléfono y escribiendo “Meggin”) y se lo cobra, todo el conjunto repugnando un poco a Megan, juzgando por sus expresiones.
El último en aparecer es Ross Gilman, guitarrista, que va a tocar sólo a un club. Le pregunta la que lo había llevado si pensaba que iba a aparecer otro de la banda y recibe una negativa, mientras que se nos muestra que Locke dice que nunca va a haber una reunión. La última hoja tiene a Gilman empezando a tocar enfrente de la gente del club.
El número me gusta por las caracterizaciones de los personajes, pero también por las reflexiones que tiene sobre lo que le pasa a muchas bandas, a las personas que las componen y también a los fans.
La persona que está entrevistando al cantante en un momento le pregunta porqué cambió el sonido de la banda y en que tuvo que ver el hecho de que se hayan ido a vivir a Londres y las experiencias que tuvieron allá, ya que el cambio había empezado en ese momento. Locke expresa una opinión que yo comparto completamente, que es el hecho de que los cambios en su música se fueron dando simplemente porque fueron creciendo y cambiando, queriendo mejorar lo que hacían siempre. Dice que para él no hay nada más triste que músicos que siguen haciendo exactamente lo mismo veinte años después de empezar, y eso es algo que también comparto bastante. En el comic no se habla de reacciones negativas de los fans ante esto, pero es algo muy común en general cuando una banda cambia, y siempre están los que dejan de escuchar lo nuevo que vaya sacando una banda a partir del punto de que empieza a cambiar con respecto a sus primeros 3 o 4 discos.
Esto supongo que pasa en cualquier género de música, pero es bastante extremo a veces en el metal, con ejemplos como Metallica y la cantidad de gente que se tomó a Load mas o menos como un insulto, y que dejaron de escuchar a partir de ese punto. Cuando pasó cuando yo tenía 12 años y en ese momento fui uno de los muchos que dejó de escuchar la banda porque no hacían “lo de antes”. Seguí escuchando Metallica cuando aparecía un tema suyo las pocas veces q miraba Mtv o algún canal de música, pero nunca busqué sus discos hasta hace unos años. Al escucharlo después de tantos años me dí cuenta de que Load tiene varios temas que me encantan, y que Metallica siguió haciendo música que me gusta a pesar de que hayan cambiado. Death Magnetic, el último disco, es bastante un back to the roots que debe haber dejado felices a la mayoría, aunque probablemente tampoco del todo.
Otro ejemplo que me viene a la mente es el de In Flames, que originalmente hacía Death Metal melódico y fue cambiando y sumándole voces claras a las canciones y coros, haciendo coros más arreglados, lo cual hizo que mucha gente obviamente empiece a putearlos y a dejar de escucharlos. Un amigo mío dice que suena a Linkin Park, obviamente siendo esto bastante un insulto, pero no se si se dio cuenta de que cuando le dije que me diga cinco temas de la banda que le gustaban me dijo dos del último disco, que es el que más putea, en fin… Así puedo seguir largo rato buscando y encontrando ejemplos.
En algunos casos me parece que la gente va creciendo con la banda y empieza a apreciar otro tipo de sonido, cambios en la música que hacen que resuenan bien igual con uno mismo. En otros casos va más allá de crecer o no, y se resume a cuestión de gustos, hay personas que les sigue gustando exactamente lo mismo a pesar de que pasen los años, y está perfecto también. La gente tiene diferentes relaciones con la música, en grados que varían enormemente, por lo que no descubro nada nuevo. No digo que una cosa sea mejor o peor, pero a mi me resulta natural ir descubriendo cosas nuevas que se llevan bien conmigo.
En un momento también el/la entrevistador/a, le pregunta a Locke sobre el desarrollo en las letras de las canciones, que se fueron haciendo más literarias, pensadas, y dice que se fueron desarrollando con los cambios en la música, que no pegaban con su estilo hardcore más simple de antes.
Me fui un poco de tema en esta reseña, y creo que eso en parte también habla bien de este tercer número de Local. Volviendo al número en sí, no se puede decir que haya verdadero desarrollo de personajes en este número, y sin embargo a uno le queda la impresión de que estuvieron caracterizados nítidamente y en bastante detalle, obviamente en especial Locke, que es el que más espacio tiene.
Una de las virtudes de Wood, que no siempre le sale tan bien pero que está muy presente en este número, es el hecho de lograr hacer mucho con poco, tirar sobre la mesa gran cantidad de situaciones, reflexiones, personas, lugares, en veintitantas páginas y que todo tenga sustancia y se sienta mas desarrollado de lo que lo esta. El recurso de la entrevista que aparece en off en todo el número ayuda también, y para mi suma mucho.
Es raro que el número que más me guste de la serie precisamente casi ni tenga participación de Megan, pero eso habla más a favor de lo bien que para mi le salió esta historia, y no en contra de ella, que también tiene muy buenos momentos y números en la serie.
Kelly se manda un laburo tremendo en el número, llenando de expresividad las escenas tranquilas, comunes, “de todos los días”, en los que se encuentran todos los personajes, y me encanta el trabajo que hace con las caras.
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